sábado, 4 de diciembre de 2010

Soledad Pastorutti: 'Tocar en Buenos Aires tiene otra dimensión'


Aunque esté cansada, a Soledad Pastorutti nada la detiene. Un recital tras otro, una ruta tras otra, un pueblo tras otro. Y disco nuevo. A mitad de diciembre sale Vivo en Arequito, con 15 canciones grabadas en un recital en su pueblo natal, gratis y al aire libre, más un bonus track con el Himno Nacional. "La mitad de las canciones me pertenecen, tienen que ver conmigo y con mi historia, acá dije ésta soy yo", cuenta entusiasmada. Ella es como se la ve: natural, angelical y, sobre todo, alegre. Sigue siendo La Sole, aunque ya tenga 30 y sea la madre de Antonia desde hace 5 meses. "Esto es un trabajo como cualquier otro, donde hay que poner el lomo y además con una sonrisa. Como el vendedor, yo siempre tengo que estar bien porque en este ambiente el público valora mucho más eso que la obra artística en sí. No desmerezco lo artístico, pero sin ese plus es más difícil llegarle a la gente".

¿Y cómo te responde el público?
Hay lugares donde la gente es muy demostrativa y en otros cuesta más, pero lo bueno es que ese desafío es constante y nunca un recital es igual a otro. El público de Buenos Aires es más crítico porque tiene más opciones y está acostumbrado a ver figuras de afuera. Con el público es como un romance, a veces estamos enamorados, otras veces distanciados. Yo lo divido en tres partes: uno que te ama siempre, pase lo que pase; uno que jamás te va amar y ni sabe que existís, y otro que a veces te mira y otras no. Cuando se suma este último se puede decir que tuviste un éxito. Igual el éxito es hacer lo que te gusta y pasarla bien.

¿Y te sentís exitosa?
Yo soy la más feliz del mundo porque formé una familia, estoy bien de salud, hago lo que me gusta y me va bien. Una siempre quiere mejorar pero no me puedo quejar.

¿Cómo fue tocar otra vez en tu pueblo?
Todos los años hacemos algo así, no es un megarrecital muy organizado, pero los fans lo valoran mucho. Ponemos un día y una hora para juntarnos y es nuestro lugar de encuentro, de cantarle al vecino. Ellos ya me conocen desde los ocho años, lo raro es que vienen de otros lugares, incluso de otros países. Igual todavía me pongo nerviosa, para mí los lugares más difíciles para cantar son Arequito, Cosquín y Buenos Aires. En mi pueblo porque a muchos después los sigo viendo, entonces cualquier cosa que diga en el escenario repercute. Y en los otros dos recibo mucha presión, hay demasiada prensa. Tocar ahí cobra otra dimensión.

Vivís repartida entre Buenos aires y Arequito...
Sí, mi vida es así: Arequito para descansar y Buenos Aires para trabajar. La diferencia es abismal, allá el tiempo sobra, son siete mil habitantes y hay sólo dos semáforos y tres lomas de burro, es todo mucho más placentero. Yo estoy acostumbrada al silencio, a ir tomar mate a lo del vecino o desayunar tranquila mirando el paisaje. Es el paraíso. Me da tiempo para cocinar, limpiar y correr por el campo.

¿Y Buenos Aires?
Esta ciudad tiene todo, si querés salir a comprar es más fácil y te brinda un montón de cosas: tiene cines y mucho arte pero se vive apurado, pisando cabezas. Igual es especial, si fuese turista la recorrería entera porque cada rincón tiene su encanto. A mí me gustan mucho Palermo, Puerto Madero y la Boca.

¿Y cuando andás por la ruta?
La vida de gira me encanta, pero no es como mucha gente piensa. Viajamos bastante de noche, en micro todos juntos y cada uno tiene su cama, pero no bien llegamos tratamos de descansar, probamos sonido, hacemos el show y nos vamos. Lo más lindo de mi carrera es armar la valija, llegar a cada pueblo y saber que cada lugar es diferente.

Con tantos shows por todo el país, ¿cómo hacés con tu hija?
Antonia es lo más lindo que me pasó y generalmente va de gira conmigo. Trabajé casi los nueve meses de embarazo y me escuchó cantar desde siempre, así que o me odia o me ama. Mi mamá viaja conmigo y la cuida, después trato de bañarla y cambiarle los pañales como cualquiera. A mí me gustan las tareas cotidianas, cocinar, ordenar la casa y, si bien quiero que Antonia crezca en un hogar de artistas, también deseo que viva lo que yo viví: la familia, ese olorcito a comida de cada casa. Algo de eso pierdo cuando salgo de gira: volver y que te estén esperando, por ejemplo

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